Hace justo un año me propuse enfrentarme a un proyecto de fotografía que me obligase a pensar y trabajar con fotos. El 4 de abril de 2016 subí la primera de ellas y el pasado miércoles, la última, la que completaba las 52 semanas.

Ha sido algo importante en este último año, por lo que quiero hacer un pequeño balance de lo que ha supuesto.

La necesidad de constancia para desarrollarlo es lo que más valoro. Exigirme todas las semanas el elegir una foto o una idea, complementarla con un texto o una imagen, editarla y publicarla ha sido el verdadero reto. Estoy muy satisfecho por haberlo logrado. Los últimos meses, con un embarazo terminando, el nacimiento de un hijo y la crianza de dos, han sido los más complicados. He tenido que prever cuando iba a ser imposible cumplir con el compromiso para programar la publicación de imágenes con antelación. Aunque a veces he apurado mucho los tiempos, no he faltado a ninguna cita semanal.

Todo este esfuerzo ha tenido su recompensa: el número de entradas se  ha doblado, el de visitas ha subido ligeramente (siguen viniendo cuatro gatos) y algunos conocidos me han mostrado su interés por este trabajo.  Pero no es, por suerte, el reconocimiento externo lo fundamental, sino lo que ha supuesto este proyecto para mi relación con la fotografía.

He tenido que volver a revisar muchas de mis fotos buscando algunas que mereciesen la pena. Esto me ha ayudado a conocer mi catálogo, a ser algo más crítico y exigente. Me he llevado algunas sorpresas agradables con fotos que ni siquiera recordaba o por las que no daba un duro y que, tras repensarlas, me han terminado gustando. También es cierto que hay fotos de las que me  arrepiento, porque ahora creo que no tienen nada de especial.

Otro aspecto a tener en cuenta es que he pasado bastante tiempo editando las fotografías. Confío en haber aprendido algo. También -esto ya es en plan geek- he tenido que meterle mano al blog para crear plantillas específicas para las publicaciones del proyecto.

Lo más difícil ha sido escribir los textos. Con diferencia. En algunos casos porque no sabía sobre qué hacerlo; en otros porque no encontraba las palabras adecuadas. Menos frecuente ha sido lo contrario, no localizar una instantánea que se ajustase a lo que quería contar.

Reflexionar sobre la fotografía se vuelve imprescindible cuando encaras o desarrollas un proyecto, sobre todo, en lo conceptual. Es aquí donde más se han mostrado las flaquezas de mi propuesta: El resultado es más un conjunto de fotografías inconexas que una colección coherente creada con una premisa común. Posiblemente he abusado en el uso de fotos antiguas. Me hubiese encantado hacerlas ex profeso. Tampoco he sabido -salvo en contadas ocasiones– relacionar las publicaciones con el momento en el que han visto la luz.

¿Ha merecido la pena? Sin duda. Creo que queda claro con todo lo que escrito hasta ahora. Eso no evita que haya respirado aliviado al terminar el proyecto; pero no es menos cierto que ya estoy pensando en el siguiente. Espero contar con tu compañía.

A continuación puedes ver todas las fotos que han formado parte de él.

Si deseas leer los textos, en la categoría Foto semanal puedes encontrar enlaces a todas las entradas.