La niebla siempre añade un elemento mágico porque es casi una factor antagónico a la fotografía: oculta y difumina las formas y la luz. Es una sombra gris que, bien usada, nos permite obtener fotos impactantes.

Hablo de la niebla porque en menos de una semana he desperdiciado dos instantes fotograficos relacionados con ella. El jueves pasado, de camino a Granada, llegamos a un alto desde el que se divisa toda la ciudad, su área metropolitana y la vega circundante. La sorpresa fue encontrarlas a todas bajo un manto de nubes espeso y pálido, solo sobresalian un par de picos de montaña. Impresionante. Como iba conduciendo por autovía no pude detenerme; tampoco llevaba la cámara.

La segunda ocasión fue este lunes, yendo al colegio; más niebla, otro coche, otra cámara ausente y más premura. Al final solo puede hacer esto con el móvil (click para ampliar)

Atrapando lo intangible