La foto de arriba es mi foto más exitosa.
Ha sido usada en distintas publicaciones, una de las cuales era un manual para profesores de geografía editado en el Reino Unido, es decir un documento comercial. Esto hacía que no cumpliese con los términos de la licencia, por lo que les indiqué que el uso de la imagen tenía un coste. Aquello no supuso ningún problema y rápidamente llegamos a un acuerdo que nos satisfizo a ambos: ellos usaron la imagen y yo tuve el orgullo de vender mi primera foto, aunque fuese por una cantidad modesta.
Hace unos días, un español (por el nombre y por el idioma empleado, supongo) contactó conmigo en nombre de una productora audiovisual japonesa. Estaban interesados en esa misma foto. En el primer correo, me ofrecían que apareciese mi nombre mientras la imagen se mostraba en pantalla. Les respondí que, al tratarse de un programa comercial no bastaba con eso, que tendrían que pagar por su uso. Les pedí la misma cantidad que a los británicos. Al día siguiente me contestaron que la imagen ya no les hacía falta por unos cambios de producción.
¿En serio?
No pretendo vivir de la fotografía; no podría. Pero tampoco quiero que se aprovechen de mí. No es la primera vez y supongo que no será la última.
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