Desde hace tiempo siento una pulsión por contar algo. Nada concreto que se esconda bajo ese pronombre indefinido, sino la necesidad de expresarse, de querer contar y ser escuchado.
Pero siento que no tengo ni lenguaje ni mensaje propio. Que las ideas aparecen y se volatilizan, sin rastro ni impronta.
A veces percibo momentos reales como fragmentos de películas; La música que escucho en ese momento es la banda sonora, mis ojos, la cámara, y mi reflejo en los escaparates y en las ventanillas de los coches, una proyección efímera de un plano secuencia imaginario.
Y, a falta de guión, me gustaría, al menos, captar un instante, un fotograma, y que alguien empezase o terminase de contar la película.
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