El Centro Andaluz de la Fotografía nos regaló la posibilidad de asistir a un debate entre fotógrafos tan importantes como Ramón Masats y Chema Conesa, quienes el día anterior habían presentado la exposición ‘Retratos de papel‘ en el CAF. A la conversación se unió Carlos Pérez Siquier que formaba parte del público.
La primera parte fue una introducción a la fantástica obra de Masats. Conesa supo llevarla por donde yo anhelaba que lo hiciese, a comentar la composición (los patrones geométricos que tanto me gustan, por ejemplo), la historia detrás de ellas y además, lo fue salpicando de anécdotas personales.
Pablo Juliá, que moderaba, buscó ampliar la temática de la charla, y así se abordó la precaria situación de la fotografía en la prensa, la especialización y modos de trabajar de antaño frente a la nueva filosofía, forma y formatos de la imagen actual. Mientras que los ponentes se centraron mucho en el aspecto profesional -entendido como modo de ganarse la vida- Pérez Siquier reivindicó el papel pasional y personal, no ligado necesariamente al mundo laboral, de la fotografía. Comparto esa idea.
Pero lo que más me gustó fue cuando se trató el concepto de artista. Masats renegó del término prefiriendo el de artesano, diciendo algo que suscribo al cien por cien: Quien se define como artista es un ególatra. Solo otros y el tiempo pueden poner esa etiqueta a alguien. Uno puede (y tal vez debe) aspirar a hacer arte, pero definir la obra propia como tal, y a uno mismo como artista, es profundamente pedante. No quiero decir con ello que se deba optar por la (falsa) modestia, o por no sentirse orgulloso de nuestro trabajo, sino que la definición de su naturaleza debe corresponder a otras personas.
Otro dato que me demuestra que la charla fue mi fructífera, fue el par de nombres de fotógrafos y de una corriente fotográfica (la escuela de Düsseldof) que no conocía y que apunté para consultar después. Porque al final todo se reduce a ampliar nuestra visión, a aprender y a seguir buscando.
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