La fotografía de bodas, bautizos y comuniones me crea sentimientos contrapuestos. Por un lado,  la inmensa mayoría de fotografía de este tipo me parece un completo despropósito. No hace muchos años se hablaba más del reportaje de bodas, una denominación que refleja el carácter fotoperiodístico que, en mi opinión, deberían tener estos trabajos. Todo lo que va más allá de la captura del evento social, en un sentido amplio, me parece artificioso cuando no ridículo. Porque ¿cuál es el sentido de infinidad de posados antinaturales en lugares exóticos y situaciones sin lógica alguna? ¿qué explicación tiene ver a un novio subido a la rama de un árbol? ¿qué mensaje nos lanza la imagen de un niño solo, vestido de marinero y con una maleta en el arcén de una carretera?

Puedo comprender que haya una sesión pre-boda para que los novios y el fotógrafo se conozcan y experimenten la dinámica de trabajo antes del gran día, pero ¿hasta que punto es necesaria una post-boda?  No responde a ninguna de las etapas de la secuencia narrativa, o desde luego no con el desenlace la historia. A no ser que el revolcón en la playa sea una metáfora del futuro que le aguarda al matrimonio.

La otra cara de la moneda retrata a los profesionales en estos eventos, que como tales, no les queda otra que cumplir con las exigencias del cliente, por muy casposas que sean. Habrá algunos que prefieran la comodidad de seguir la moda de turno, pero imagino que la mayoría de los fotógrafos lidiarán con las peticiones de las parejas como buenamente puedan.

Una vez me pidieron hacer las fotos de una boda, por aquello de que me gusta la fotografía y, sobre todo, por no gastarse un duro. Aún sin la presión de un contrato por prestación de servicios, sentí el agobio de intentar cumplir con lo que de mí se esperaba. Por supuesto, los resultados fueron bastante desastrosos. Desde entonces, mi admiración por los fotógrafos de BBC no ha hecho más que incrementarse.

Infiltrado en la sesión post-boda

Tras la boda de uno de mis sobrinos tuve la oportunidad de asistir a su sesión post-boda. Aunque mi postura ante este tipo de sesiones era la misma que he reflejado en las líneas anteriores, no quería perderme la experiencia de asistir a un trabajo realizado por alguien que vive de esto.

Llevé mi Fujifilm X100S no con la idea de realizar un reportaje paralelo -para el que no estoy capacitado- sino para capturar algunos momentos del proceso creativo, casi a modo de making of, en línea con lo que yo creo que debería ser la filosofía de la fotografía social.

La primer parada fue, como no, en el Arrecife de las Sirenas:Post-Boda [serie] 01Post-Boda [serie] 02 Post-Boda [serie] 03Post-Boda [serie] 04 Post-Boda [serie] 05 Post-Boda [serie] 06 Post-Boda [serie] 07 Post-Boda [serie] 08
El poblado de la Almadraba de Monteleva fue nuestro siguiente destino. Tanto aquí como en el arrecife nos encontramos con otras sesiones fotográficas. Hasta el punto de tener que guardar turnos para acceder a ciertas localizaciones. Tuve la impresión de estar en un gigante decorado de un parque temático.Post-Boda [serie] 09 Post-Boda [serie] 10

Y el momento chapuzón ocurrió poco después:
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[Esta es la cuarta serie mensual temática de mi nuevo proyecto. Todos los meses durante un año iré publicando una nueva serie. Puedes recibir un aviso cuando las publique si te suscribes a instantes.net]