Estas fotos del Puche se tomaron en 2015, hace cuatro años, poco antes de las elecciones municipales. Sin saberlo, aquellos comicios posibilitaron que me acercase a uno de los barrios más conocidos de la ciudad de Almería.
Para quien no lo conozca, el Puche es uno de esos barrios que aparecían en los capítulos de Callejeros, antes de que se volviera viajeros. Así que imagínense: pobreza, marginación, delincuencia y cualquier otro calificativo peyorativo que se les ocurra.
En los meses anteriores, había visitado otras zonas de Almería, La Chanca y Pescadería, que tampoco gozan de buena reputación. Aquellos acercamientos se debían a las rutas fotográficas que la asociación La Chanca – Pescadería, a mucha honra, organizaba (y organiza) como medio para desestigmatizar el nombre sus barrios. Habían sido experiencias muy interesantes y motivantes, que me animaron a apuntarme a una visita fotográfica al Puche de la que un amigo me había hablado. Pensé que seguiría la misma tónica que aquellos otros recorridos o que estaría organizada por la misma gente, pero me equivoqué.
Lo primero que me sorprendió es que éramos muchos menos, no llegábamos ni a diez personas, cuando lo habitual en las anteriores salidas era alcanzar la media centena de participantes. Los organizadores eran otros. Creo recordar que uno de ellos había sido director de uno de los centros educativos del barrio, quizá por eso nos recibieron en el Centro de educación de adultos.
Después nos encaminamos a unos edificios que me recordaron ligeramente a las Velas de Scampia. Después rodeamos aquella mole de hormigón y ladrillos que se recortaba contra el cielo de manera caótica. Uno de sus habitantes nos mostró orgulloso uno de sus gallos. Abandonamos las inmediaciones y el terreno comenzaba a despejarse y a mostrar algo de color. Enseguida nos adentramos en un descampado desolador rodeado de edificios en la más absoluto abandono.Pronto regresamos al corazón del barrio, que pese a la pobreza que todo lo impregna, muestra la dignidad de sus habitantes.
La visita terminó en el parque Garlochí, que fue construido y rehabilitado por alumnos de la escuela pública del Puche. Hubiese sido un buen final, como metáfora de lo mucho que se puede hacer, especialmente en el campo de la educación, para sacar adelante una zona tan abandonada y deprimida.
Pero no. El final nos tenía preparada una sorpresa que nos lleva al principio de esta entrada. Terminado el recorrido, nuestros anfitriones mencionaron algo de «la pancarta» ¿la pancarta? Y de la nada salió una lona con las siglas de un partido político destinada a protagonizar una foto con vocación de aparecer en la prensa. Yo había ido a hacer fotos del Puche, a conocer el barrio de primera mano, no a posar junta a una pancarta política en plena campaña electoral. Decliné el ofrecimiento porque prefería quedarme con otras fotos; con estas que os traigo ahora.
[Esta es la quinta serie mensual temática de mi nuevo proyecto. Todos los meses durante un año iré publicando una nueva serie. Puedes recibir un aviso cuando las publique si te suscribes a instantes.net]
Deja una respuesta