El famoso discurso inicial de Renton en Trainspotting hablaba de (falsas) elecciones. Todo se reduce a elegir, a elegir tu propia aventura.
También en fotografía: elige una cámara, una lente, un tema, un protagonista, un encuadre, unos parámetros, una luz, un procesado y elige las imágenes.
Escoger es más importante que nunca. Son tantas las fotos que tomamos que optar por unas u otras se ha convertido en una de las tareas fundamentales del fotógrafo.
Yo lo llevo especialmente mal.
En el proyecto de series fotográficas mensuales que acabo de terminar, la selección buscaba la coherencia -a todos los niveles posibles- de las capturas. Eso ha hecho que algunas fotografías, aún gustándome, se hayan quedado fuera de la colección de cada mes.
En esta entrada muestro una foto descartada de cada una de esas series, las cuales pueden verse completas usando los enlaces que acompañan a cada una de las siguientes imágenes:
[Recomiendo verlas a tamaño completo haciendo clic sobre ellas]
Solo hay un motivo para descartar esta de la primera, la de la costa granadina: Había otras que me gustaban más. Así que no es de mis favoritas, ni de aquella ni de esta serie, pese a lo cual me agrada el contraste y el cruce entre las líneas rectas del horizonte y las orgánicas, aunque inertes, de las ramas.
En esta ocasión, un autorretrato no se integraba con la temática de mi primer contacto con el mar Báltico. No soy muy aficionado a este tipo de tomas, pero el juego entre los espejos y los árboles me atrajo tanto que decidí integrarme en él.
En este caso, el factor humano desentonaba con el minimalismo de la serie Líneas. Es la que menos me gusta de todo este cajón desastre.
La serie Post-boda tenía un concepto bastante cerrado. Encontrar un descarte supuso recurrir a un tópico, aunque fuese para tacharlo.
La visita al Puche fue especial por muchos motivos. Lo que más recuerdo fue sentirme en otro mundo. El distanciamiento con sus vecinos fue mayor que con los de La Chanca o Pescadería. Este joven guitarrista fue el más cercano.
Me gusta como todos los elementos de esta foto se orientan hacía la derecha. Me hacen preguntarme que había allí. Ese misterio recupera este descarte de la serie del puerto de Almería.
Con la serie Olas quería sugerir el poder y la fuerza del mar. Aquellas imágenes terminaron transmitiéndome cierta soledad y frialdad. Esta foto, por contra y pese a estar tomada al mismo tiempo, es mucho más humana, incluso podría decir que veraniega.
Este colorín no formó parte de la serie dedicada a los lugares y gente de la Chanca – Pescadería porque no añadía valor a la historia. Su simplicidad, de tan aséptica que es, no permitía identificarla con el objeto de aquella propuesta. Por sí misma, sí que le encuentro un sentido, que, por obvio, no merece ser explicado.
Desde la entrada al cementerio de Cabo de Gata se ve este edificio. En aquel momento no lo percibí, pero ahora descubro en él otro tipo de nichos.
Con esta me pasa como con la foto de las olas. El protagonista total de la serie era el paisaje, el desierto de Tabernas; pero durante el proceso surgieron fotos que me cautivaron, como la de este señor que se embarcó en una excursión de varias horas por el desierto pese a tener algún tipo de problema con el sol. Gorro, manga larga y guantes. Irresistible.
Esta imagen estuvo a punto de formar parte de la serie dedicada al museo de Almería. Lo impidió mi pareja, que no la veía muy apropiada. Tenía razón porque esta fotografía pedía estar en color. Ahora me desquito.
Los detalles urbanos de la última serie eran parte del medio físico callejero. La fauna también se merecía aparecer por aquí.
Elegir. Mi consejo es no pensárselo demasiado. Pero ¿quién hace caso de los consejos, aunque sean propios?
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