Tres años y unas quince mil fotos después, ya estoy en disposición de hacer mi análisis de la Sony A7 III. Con ella di mis primeros pasos en el mundo fotográfico de Sony y del full frame, tras haber pasado por una Canon 30D y una Fuji X100S.
Mi experiencia con la cámara puede resumirse fácilmente con un ha sido complicado. Tan complicado que ha terminado en su venta y con un vacío que no sé llenar.
Acompáñenme en este viaje de pros y contras, de relaciones tormentosas y rupturas ¿amistosas?.
Índice
- Puntos negativos de la Sony A7 III
- Puntos positivos de la Sony A7 III
- Sony A7 III: Conclusiones del análisis
Puntos negativos de la Sony A7 III
Colores y equilibrio de blancos
¡Ayyy! Los colores Sony, responsables de interminables batallas en los foros de dpreview, protagonistas de infinidad de vídeos de YouTube, arma arrojadiza de los que detestan a la marca y quebradero de cabeza de los que nos dejamos influir por estas cuestiones.
Es una verdad incuestionable que existe un problema con el color de las cámaras Sony. Es la propia marca quien da validez a estas críticas al cambiar la forma en la que sus cámaras interpretan el color: Las recientes A1 o A7C proporcionan colores distintos a los de la A7 III, que a su vez difieren de los que se obtienen con modelos anteriores.
Es especialmente evidente en los tonos de piel, que tienen tendencia a asemejarse a los de Donald Trump o al de los reptilianos:
En este momento, cualquier SonyBoy gritará que usando imágenes raw da igual cómo gestione el color la cámara porque podrá cambiarse en la edición de las imágenes. En mi caso, este argumento no se sostiene por dos motivos:
- Hay vida más allá del raw. Los que no somos profesionales nos conformamos con JPGs cuando queremos compartir imágenes cotidianas, de la familia, de amigos o de eventos poco transcendentales. Que las fotografías directas de la cámara no estén a la altura de lo que uno espera, además de frustración, nos lleva a tener que recurrir a los raws.
- No se trata solo de alcanzar unos colores que nos parezcan adecuados y/o placenteros, sino de los pasos a dar para lograrlos. Mi experiencia dice las imágenes de la Sony A7 III requieren mucha más edición que, por ejemplo una Nikon D750, para obtener resultados similares.
Encontrarme con colores poco agradables (realistas, dicen los defensores de Sony) ha sido una constante en mi trabajo con la A7 III. Un velo de dominantes que cubre las imágenes y que obliga a corregir permanentemente para lograr mayor riqueza tonal y contraste. Es eso lo que me hace pensar que no es solo un problema de interpretación de colores, sino también de un pésimo ajuste automático de equilibrio/balance de blancos.
La elección de un software de revelado (Capture One) puede mitigar estos problemas pero no eliminarlos. Por supuesto, se pueden obtener grandes resultados (como los de Omar Gonzalez o Mark Galer) pero, en mi caso y para mi gusto, requiere de un tiempo y un esfuerzo que no quiero emplear.
El disparo
Hay dos aspectos que no me gustan nada. El primero, y más importante, es el tacto del botón de disparo. En todas las demás marcas que he probado, el disparador se presiona hasta la mitad para enfocar, encontrando una resistencia física que hay que vencer para efectuar la foto. Sony, en cambio, no dispone de ese tope en mitad del recorrido, sino que el movimiento es continuo. Se supone que es para evitar vibraciones en el momento del disparo, pero a mí se me escapan muchas fotos por este modo de funcionamiento.
El segundo lo explica a la perfección Antonio de ProcessingRAW en este vídeo. Consiste en que la cámara no siempre dispara cuando pulsamos el botón. Parece que solo acciona el obturador cuando ha enfocado (incluso aunque lo configuremos para que no sea así). Por el tipo de fotos que hago, no me afecta demasiado, aunque me parece algo bastante grave.
Respuesta de la interfaz
La velocidad de la cámara al enfocar o de sus ráfagas es envidiable, pero todo lo demás se percibe algo lento. Existe un retardo entre el giro de las ruedas (por ejemplo, para cambiar la velocidad de obturación o la apertura del diafragma) y el reflejo en la interfaz gráfica de la cámara. Se echa en falta una respuesta inmediata y ágil.
Las diferencias de color entre el visor y la pantalla trasera
Los colores que muestran el visor y la pantalla trasera son distintos. El primero ofrece mucha más calidad que el segundo, lo que obliga a evaluar la imagen con el visor electrónico en lugar de la pantalla trasera que, además, tiene una resolución bastante mediocre.
Pantalla no (completamente) táctil
La pantalla trasera tiene unas funciones táctiles muy limitadas. No permite este modo para navegar por los menús o para cambiar ajustes.
El funcionamiento del modo Auto ISO
He notado en muchas ocasiones que la cámara elige unas combinaciones de parámetros extrañas, por no decir erróneas, en algunos modos. Por ejemplo, con unos valores de ISO automático entre 100 y 6400, el sistema tiende a bajar la velocidad de obturación (a 1/30) antes que subir la ISO (dejándola a 200), lo que me resulta incomprensible.
La duración de la batería
Esto puede sorprender a muchos, ya que la batería NP-FZ100 de Sony tiene fama por su duración, cifrada de manera oficial entre 610- 710 disparos, aunque muchos usuarios dicen sobrepasar los 1000. Yo jamás he conseguido acercarme a la cifra oficial. Podría hacerlo si disparase en ráfaga y con muchos disparos consecutivos en una sesión, pero con un uso relajado (con pausas medias o extensas entre rondas de disparo) es difícil alcanzar esos números. Es más, diría que la batería se descarga de manera bastante rápida cuando no está en uso.
Otras aspectos de menor importancia pero mejorables:
- Tendencia a subexponer.
- El abuso de la abreviaturas en los menús.
- La pésima traducción de los menús.
- Sin un grip adicional, el meñique queda al aire.
- La conectividad con otros dispositivos tan compleja e inconsistente que requiere de tutoriales para lograrla.
- La aplicación y el manejo remoto son malos.
Puntos positivos de la Sony A7 III
Que la cámara haya sido un éxito de ventas o que tres años después de su lanzamiento sea una alternativa a modelos más recientes de la competencia, deja bien a las claras que no todo en este análisis de la Sony A7 III puede ser malo.
El principal y más importante aspecto que la convierte en una gran cámara es que ofrecía (ofrece) características avanzadas por un precio contenido para ser una full frame. El equilibrio y versatilidad de su propuesta hicieron de ella una opción excelente para los usuarios que querían adentrarse en el fotograma completo. En resumen, una de las mejores relaciones calidad/precio del mercado.
Algunas de esas características que destacaría como determinantes para mí son las siguientes:
El sistema de enfoque
Sony aventajó por años a Canon y Nikon en cuanto al sistema de enfoque. La primera de sus competidoras ha conseguido ponerse a la par (o superar) mientras que la segunda parece seguir ligeramente por detrás. El enfoque automático al ojo es una maravilla que cautiva desde el primer uso. Seguro que voy a echarlo de menos.
El rango dinámico
La capacidad de recuperar detalles de las luces altas y de las sombras es fantástica.
Variedad y disponibilidad de lentes
Es la ventaja de ser pioneros y de compartir las especificaciones de la montura con otros fabricantes (desde hace 10 años): Conseguir un catálogo envidiable de objetivos que cubre todo el rango focal, de calidades y de precios. Si a eso añadimos adaptadores, como el Sigma MC-11, que permiten utilizar lentes diseñadas para otras monturas, tenemos otro punto en el que Sony gana, por mucho, a otras marcas.
Con objetivos de gama media, como el Sony 85mm 1.8 o el Tamron 28-75mm 2.8, he conseguido una nitidez y detalle que jamás antes había logrado.
El diseño de la cámara
Debo de ser la excepción, pero ese diseño anguloso, levemente retro, el distintivo anillo anaranjado de la montura… me parece el más bonito de las cámaras full frame (aunque nada hace sombra a las Fujifilm).
Sony A7 III: Conclusiones del análisis
Objetivamente esta cámara podría haberme acompañado otros cuantos años más. Sus características técnicas exceden mis necesidades como simple aficionado a la fotografía. Mi producción de imágenes es tan baja que lidiar con los problemas de color no tendría que ser un factor determinante como ha terminado siendo.
También de forma objetiva, puedo decir que le cogí manía a mi Sony A7 III por las razones que este análisis ha ido desgranando, aunque esas razones sean subjetivas. Eso no las hace menos importantes, porque llegó un punto en el que enfrentarme a las imágenes en el ordenador me causaba ansiedad, ya fuese por los resultados -colores que no me agradaban- o por la pesadez de tener que ajustarlos a mi gusto. Esta obsesión por el color me condicionaba incluso a la hora de ver imágenes de otros («seguro que estos tonos de piel son Canon» o «estos naranjas son Sony«); me hizo desarrollar teorías estúpidas («Los Sonistas son mayoritariamente fotógrafos de naturaleza o malos retratistas«) o me obligó a debatir conmigo mismo en numerosas ocasiones buscando una solución al dilema de si seguía o no con la marca.
Como quiera que sea, estos motivos, personales e intransferibles, hicieron que no disfrutase de la experiencia fotográfica, justo lo que debería ser la razón principal de una afición. Tanto fue así que venderla supuso… un alivio. Borré mis marcadores relacionados con la cámara y cancelé las suscripciones a newsletters, cuentas de foros, Instagram, Twitter y canales de YouTube que solo seguía por ser de Sony. Borrón y cuenta nueva total.
Termino mi análisis de la Sony A7 III con una idea muy simple para resumirlo: Es una cámara técnicamente espectacular que puede ser ideal para muchos aficionados, solo que yo no era uno de ellos.
[En los próximos días publicaré algunas fotos inéditas hechas con la Sony A7 III a modo de despedida]
Yandy
Cual va a ser tu próxima cámara???
Antonio Martínez
Pues aún no lo sé. Es más complicado de lo que parece porque no encuentro ninguna que se ajuste a lo que quiero (ya sea por características o precio). Estoy preparando un artículo sobre el tema, que espero poder publicar pronto.
Gracias por tu interés.
Francisco Iglesias
Gracias por darme razones para seguir con mi anticuada nikon D750, de ópticas infinitas. No has mencionado el visor con poca luz o la discrepancia, a veces, entre lo que has visto en el visor y la foto. Vendí la Fuji H2 por ese motivo
Antonio García Cerro
Tiene una ventaja en cuanto el color que se la puede configurar bastante bien y puede llegar a ser casi perfecta , depende del objetivo claro esta que también influye si es un Sony 85 f1.8 que ya es bueno , pero es mejor aún un Zeiss 135f 2.8 , y los colores ya te digo yo que son perfectos .